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lunes, 15 de junio de 2015

La Varilla

Se despertaban temprano,
el desayuno calentito
en la mesa;
las panzas llenas,
las dos camino a la escuela.
Hermosos recuerdos de la niñez;
anécdotas que les oí narrar a mis primas.
La que más recuerdo,
y perdón por mi atrevimiento,
ya que ha pasado mucho tiempo,
algunas escenas,
cambiaron un poquito sin perder la esencia del contenido:
Al regresar del colegio,
mi tía;
por la tardecita,
ponía  a mis primas,
ha realizar las tareas de la escuela,
ella se sentaba en la esquina,
acompañada por una varilla,
¡la pobre!
cansada; se quedaba dormida.
¡Una de esas tardecita!
Se complotaron las muy sinvergüenza,
para vengarse de la varilla.
La quebraron en varios trocitos,
y la acomodaron pedacito por pedacito,
como si estuviera sanita.
Las dos simularon una pelea;
tan fuerte fue la algarabía,
que al despertarse mi tía;
tomo rápido la varilla,
quedandose sorprendida,
cuando observo,
que estaba en pedacitos partida.
Acorrer se ha dicho.
-¡Vengan ya chinitas!
-¡No!, ¡poque nos vas a pegar!
-¡Vengan les digo!
-¡No!, ¡no!
Era una carrera,
unos metros a la derecha,
otros tantos a la izquierda,
agarrándose de la mesa;
hasta que lograban escaparse,
por la puerta. La madre,
cansada y menos molesta,
esbozaba una sutil sonrisa;
para que no se dieran cuenta,

seguro que pensaba:
Mira la imaginación que tienen,
estas chinitas sinvergüenzas.


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