Que lindo se ve el nogal,
elevando sus ramas al cielo,
sus frutos cuelgan adornando,
su copa de árbol añejo.
Desde su tronco se enreda,
mostrando sus rojas campanas,
como brazos que se amarran,
en el cuerpo de una amada;
esa picara enredadera,
que girando se trepa,
absorbiendo con su raiz,
su alimento que el nogal le sede.
Que elegante luce el añejo,
con su traje verde y adornos rojos;
aun que en medio de todo
sus ramas secas están.
¿Quien de los dos disfruta,
de esa rara amistad?;
el nogal con sus adornos rojos,
la enredadera que se alimenta,
abrazando como enamorada,
en aquel que lo da sin protestar.
¿Quien da quien recibe?,
¿será que los dos por igual?.
Allí está el nogal,
entregándolo todo sabiendo,
que no lo recuperara,
allí esta ella´
entregando su belleza,
que de cualquier forma la luce igual

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