Su imagen se refleja por la luz tenua del farol,
tira el cigarrillo y se acerca,
ella se cuelga para besarlo,
se toman de la mano
mientras van caminando,
buscando los lugares oscuros;
pasión y encuentro,
sin medir las consecuencias.
el tiempo pasa y pasa,
con los días,
y el mes.
El pimpollo abre sus pétalos,
para que floresca la rosa,
el análisis positivo en la mano;
sentada con la cabeza gacha,
todo lo hermoso es feo,
un niño va a nacer.
Mes a mes el vientre va creciendo,
y los problemas también,
sin trabajo,
y debiendo el alquiler.
Ya la pansa esta grandota,
el niño pronto va a nacer.
Sala de parto,
alegría y llanto;
ahora que voy a hacer,
eso piensa la angustiada madre,
que decisión tomare.
La enfermera le trae a la criatura,
ella con lágrimas lo toma,
acaricia su rostro,
y se lo entrega otra vez.
No tengo nada para darle,
a mi lado sufriría, ¡yo lo sé!
No me juzguen,
por Dios se lo pido,
al niño no lo puedo tener,
lo entrego en adopción,
dijo con voz temblorosa,
es lo mejor que puedo hacer,
él no tiene la culpa,
él no pidio nacer.
Desde ese momento,
el niño se cubrio de padres postizos,
son los médicos y enfermeras,
de la salita donde esta él.
Llanto de hambre,
la madre lo quere temer,
los ojos se funden;
la madre amamantando a su hijo,
hasta que dormidito se quedo otra vez,
lo retiro de sus pechos,
lo limpio y beso su rostro.
De esa forma la madre y el hijo,
se despidieron,
para nunca volverse a ver.
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